Un buen hombre

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   Rosa, naranja, verde limón, azul y blanco, sobre todo blanco. Son los colores de la despedida a un buen hombre, Vicente Ferrer. Los que fueron a rendirle homenaje hablaban en medio de un susurro de miles de voces que querían decir adiós a su maestro. Vicente Ferrer era uno más de la comunidad y día tras día luchaba por hacer realidad su mayor deseo, ayudar a los demás. Gracias a los más pobres de la India y gracias a un gran equipo de colaboradores Vicente Ferrer se convirtió en un hombre de acero aunque por lo poco que se de él creo que en sus venas ya corrían metales preciosos. Tenía claro lo que había que hacer y lo hizo. 

   A pesar de su aspecto frágil y de su tono de voz que desde la distancia invitaba a la meditación consiguió  formar un ejército de seguidores incondicionales y leales a su particular «revolución silenciosa». Dicen que dijo que » vine a la India para bautizar pero ví que no tenían agua y me dediqué a hacer pozos para ellos». Creo que ha sido una de las mejores cuñas publicitarias que he escuchado en los últimos años.

Descansa en paz.

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